TALLER de LITERATURA del Instituto Cervantes de Moscú |
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KSENIA PUCHKOVA
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Autobiografía Empecé a estudiar español hace dos años y medio, comencé a escribir versos hace dos meses. Ahora el español es una parte de mi vida muy importante. Quiero impregnarme de todo lo hispánico. Yo soy soñadora, ingenua, romántica y siempre quiero ver otra realidad, sin dolor ni problemas. Por eso soy socióloga, médica de la sociedad. Y actualmente escribo mi tesis de sociología económica.
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Jerusalem
Jerusalem.
Centro del mundo, origen de todo.
Triste, oscuro o sonriente, feliz.
Casas viejas, modernas, pequeñas y grandes.
Y el ruido que nunca cesa.
La capital repartida
Siempre enferma y dolorosa
Una manta vieja con agujeros y remiendos.
Olor a mercado podrido, que quiere tocarte, ahogarte. La mezcla de carne, pescado, telas y frutos te circulan, no permiten andar.
La gente, que ha venido aquí. Algunos de buen origen, otros pobres, algunos buscando una salida.
Nacidos de nuevo, cambian nombres, vidas, ideas…
La vida en un cajón pequeñito, las mujeres con armas y los fieles con trenzas hablan cerca del portal. Los creyentes con doce hijos, que se pasan la vida de vacaciones.
Hace mucho color. En el parqué los cuerpos se besan y un papel sucio vuela.
Estoy en la catedral.
Las olas de turistas se rompen con ruido.
Es difícil respirar,
Andar y relatar el enigma de este lugar,
ciudad y país.
Mientas el aire fresco renace.
Hotel. Como todos los hoteles. Está lejos de aquí y mira al mar.
Trato de acordarme de sus ojos
Trato de acordarme de sus ojos,
de él, que nunca ha existido.
Y al final no puedo.
Quiero enamorarme de unos ojos
claros y complejos
como el mundo y el universo.
Busco y no encuentro,
miro y no veo
esos ojos de mi sueño.
Intento imaginarme
los ojos más bonitos,
profundos y valientes.
En los ojos azules
de este rubio cercano
no siento la infinitud del tiempo.
Cierro los ojos y decido esperar
un cruce de miradas irreversible.
Sólo palabras
Nunca te dedicaría estas estrofas
de mis versos primeros,
que no te darían dolor verdadero,
palabras de hielo y nubes tormentosas
llenos de gotas que pierden calor.
Tú no me recuerdas,
tampoco entiendes
y yo no siento temor.
Temor de perderte a ti, en quien
nunca querría pensar,
revelando mi alma, causar
esperanzas, a las que más bien
nunca te atreverás.
Yo no te recuerdo
y no quiero soñar
con ganas de verte, tus méritos buscar,
de los que nunca sabré. Ahora entiendo
que vives buscando una razón de vivir,
pero no piensas en cosas,
en ideas dolorosas,
que hacen sentir.
Te burlas de otros que no ganan
fortuna, que sueñan despiertos
con mares y desiertos
y que nunca frenan.
Querría regalarte constelaciones,
recuerdos e ilusiones.
Pero tú me devolverás
palabras de nieve, gotas de hielo,
nubes de cielo,
que yo nunca te dedicaría
en mis versos, de los que jamás tú te enterarás.
Cuando sale el sol y cuando se pone
Cuando sale el sol y cuando se pone,
que la esperanza nunca abandone,
el sonido de una hoja caída,
el olor del alba renacida.
Cuando el comienzo y el final
pierden su causal,
ya no juegan su papel
en silencio de aurora de miel.
La lectura de un libro de cabo a rabo.
Quizás el momento no tenga un cabo,
cuando el viento suave
está tocando la piel.
El buque sin rumbo,
el sonido del mar profundo,
que por lo pronto quiere dormir
y las sombras que no quieren morir.
La imaginación libre sin razón,
a cada instante busca sin perdón
la materia primera y pura,
y la llave perdida de la cerradura.
La llave del nuevo mundo con sueños,
en los que todos son dueños:
briznas de hierbas, rayos calientes,
olor a corteza y a fuentes.
La materia prima duerme tranquila
en cada lluvia y en cada olor,
en cada alma y en cada albor,
que se levanta hilo a hilo.
Cuando hace sol o hace frío,
en las orillas del mar o del río
los granos de arena juegan
con conchas y piedras que se pegan.
Por la mañana o por la tarde
la materia encuentra o pierde
las olas de las almas rotas
y les da luz para ver las rocas.
Ella lo ve todo aún cerrados los ojos,
controla el destino de todos sus hijos.
La materia prima es siempre generosa
como la tela de hojas de rosa.
Todas la buscan y no la ven tan cerca,
en todo lo que cerca,
en los ojos oscuros de libélula
y en las lágrimas de la última célula.
La tela que cubre el mundo,
la materia prima, la reina del universo,
que vive en cada objeto y verso
Y que es el amor……
Mesa redonda
El rayo sonriente hiende el aire aburrido, se detiene en su perplejidad al ver la rosca del pan más grande de los que ha visto antes. Pero el pan ha resultado ser un plástico desalmado.
Los carritos con una pata y cuarto ruedas que no quieren rendirse, y la gente que va vestida del mismo color de las sillas.
Estos tipos de conferencias con personas muy modestas y listas tienen muchas oportunidades para convertirse en una tortura silenciosa. No hay susurros, los móviles yacen apagados, los papeles callan y los corazones no laten…
Los horarios del reloj ya se han dormido por el aburrimiento. El truco para detener el tiempo: participar en las conferencias que no tienen ni cabeza ni estómago, el cual sólo piensa en comer.
Las miradas de la gente no quieren ni dormirse, ni despertarse. Todas piensan cómo firmar en la lista y falsificar las firmas de los amigos más descarados.
Durante cinco horas busco mi voluntad que se atreve a hacer ruido e irse. Pero el rayo sonriente es más valiente que yo, pues él ya ha desaparecido.