TALLER de LITERATURA del Instituto Cervantes de Moscъ |
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MARTHA ANGELINA GARCНA
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Autobiografнa
Nacida un pбlido dнa de invierno, su vida ha estado marcada por la contradicciуn: siendo aъn niсa prefiriу la cerveza a la leche. Ahora en la edad adulta, de buena gana preferirнa la leche, de no ser por su intolerancia a la lactosa. A pesar de haber nacido bajo el signo de acuario y al inicio de la Era de Acuario, ya para mediados de los 90’s desertу de la militancia hippie, y aъn renunciу a cualquier otra tendencia retro (esto, de cualquier manera, no le impide lucir involuntariamente pasada de moda). A los 4 aсos manifestу un gran talento para la actuaciуn y la dramaturgia. Aunque breve y precoz, su incursiуn en el teatro domйstico le permitiу cosechar abundantes aplausos en los grandes escenarios familiares como la sala de la tнa Celia y el patio de don Anselmo. Memorables son sus imitaciones-improvisaciones de sugestivos temas, como “mamб no suelta el telйfono” y “papб mira el fъtbol” en las cuales quedaba grotesca y cruelmente expuesta la intimidad del hogar, para vergьenza de propios y socarrуn disfrute de extraсos. Si bien los pudores de la adolescencia la decidieron a abandonar el arte dramбtico, pronto alimentу otras ilusiones e incursionу en otras artes; probу a tocar la baterнa en un grupo de rock y a acompaсar a las бnimas solitarias en trasnochadas locuciones de radio; intentу asimismo y con singular entusiasmo convertirse en autйntica princesa de cuento, pero con tanta suerte, que todos los cuentos que hasta ahora ha encontrado ya tienen una. En realidad, dada la crisis, el Efecto Tequila y las polнticas neoliberales de recorte de personal, se ha visto obligada a ensayar diversos oficios entre los que mencionamos: vendedora ambulante, burуcrata malpagada y administradora del acervo en una galerнa de arte. A su incomprensible vida de aventuras le falta cumplir algunos propуsitos, como el de abrir un museo con su sorprendente colecciуn de amores imposibles, o el viajar por las ferias de los pueblos contando historias y ejecutando acrobacias, sin embargo, podemos decir que al fin encontrу la dicha y la estabilidad en el ejercicio del periodismo cultural. Un aciago dнa –tambiйn de invierno para mбs seсas- se percatу, y con gran desencanto, de que la gente reнa de buen grado cuando contaba, al borde del llanto, sus tragedias mбs нntimas. Por eso decidiу poner a la literatura en medio, entre el mundo y ella. Asн, la triste realidad acabarнa por convertirse en un divertido producto de la fantasнa.
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Juventud
Yo la vi
Bailando en la penumbra
Alzando su copa
roja y colma,
deseosa, excitada.
Yo miraba
Ella hizo que estaba sola
No me recordaba
Sin luces en el cuarto
recuerdo sus pasos
“Bailar es bueno”
me dije
- no bailaba mбs.
La copa vacнa y llena de nuevo
Era ella quien bebнa
Yo aguantй mi sed
“Se harб costumbre”
me dije.
La vi,
libando licores,
ensayando ritmos
como yo entonces.
Recostй la cabeza,
enrosquй los pies.
Saliу bailando
su risita puta,
no por la puerta.
Aъn decнa adiуs.
La sombra de mis aсos.
Mudanza
Metн mбs mentiras
Y otra maleta
Los minutos mirando
Y mбs
Marcando mi marcha
La maсana
Mis manos manchadas
De magros momentos
La memoria moribunda
Y muda
Me mirу momentбnea
En mi mundo menudo
Mi medida
En la mйtrica del miedo
Y muda
Me mandй a mi modo.
El juego
Soy yo la que estando aquн grito sin voz
Donde nadie alcanza ya mi decepciуn
estabas en todas mis intenciones
que en el lento avance del invierno
van deshojando
ЎQuй vulgar!
Tu silencio es mi sufrimiento
їY cуmo te hago hablar?
Escribнa con tanta rabia
Y con ella tal flagelo
...No debн
O preferirбs que calle.
Y luego preguntarбs.
No hay dнa, amigo, no hay dнa
Como todas, aborrezco el suspenso.
Te das esos lujos conmigo
Y maсana un mensaje al telйfono
Todo tiene un plazo, їlo ves? siempre pequeсo.
Trнptico
I
Apenas cerrada a las espaldas la segunda puerta, todo fue cosa de despojarse rбpidamente de los guantes y precipitar las manos a ambos lуbulos. Dos cuadras antes, apresurando el paso hasta el famoso cafй del zoopark habнa percibido con claridad su avanzado estado de congelamiento. Cada invierno, desde mi llegada a Moscъ me asaltan los mismos temores desproporcionados, casi infantiles, despuйs de que alguien, quizб con mбs ganas de impresionar y no de informar me dijo, “puede darse el caso que al tocarlas, se te queden en las manos”.
Fantasнa o verdad, el caso es que tengo con mis oнdos una muy particular relaciуn, pues junto con mis pies, desproporcionadamente mбs grandes que el conjunto del cuerpo, siempre fueron los rasgos con que otros me distinguieron. Y que despuйs he usado yo para distinguirme.
Tampoco es que me gustara ser “la orejas” como algunos repetнan en un tono a veces jocoso y otras tantas ofensivo. Sin embargo, mi papб, que siempre se mantuvo expectante de no permitir demasiadas marcas como un apodo malintencionado, para consolarme me dijo un dнa que los hombres mбs inteligentes del mundo eran todos orejones. Fue asн como puse atenciуn a un retrato de Da Vinci, a las fotos de Jean Paul Sartre y Jorge Luis Borges, quienes me permitieron confirmar la certeza de aquella observaciуn. Para inmensa fortuna, mi papб supo infundir en mн el orgullo de un rasgo fнsico que de otra manera, habrнa significado defecto y complejo. Fue asн como a partir de entonces, mis grandes orejas dejaron de ser un mal adorno y se convirtieron en una especie de amuleto; un signo inequнvoco de mi genio y de cуmo el destino me anunciaba anticipada la fama que habrнa de ganar con mi talento. Por eso exponerse a las temperaturas del invierno moscovita me ha supuesto siempre una prioridad: resguardar mis orejas.
Ahora bien, el enemigo implacable... viene en el mismo equipo.
Si mis orejas es el signo que mбs me gusta, no por fнsico como ya he dicho, mi distracciуn y falta de memoria es lo que mбs detesto. Para el dнa de hoy he perdido la cuenta de cuбntos gorros y pares de guantes se han ido quedando en los pisos del metro luego de haberlos apoyado en mi regazo durante el trayecto, para olvidarlos al llegar a mi destino cuando caen, literalmente, en el abandono.
No fue este el caso y podrнa afirmar inclusive que semejante olvido estaba mбs que justificado dadas las circunstancias y que aun el haber encontrado los guantes en los bolsos del abrigo resultу providencial. Consideremos ante todo que una persona bajo un intenso estado de nerviosismo efectъa algunas acciones, especialmente las mбs cotidianas desde el inconsciente. Bien pues alcanzamos a entender este descuido y es mбs, nos sorprendemos de que no corriera por las heladas calles calzando apenas unas miserables pantuflas.
Llegar al tan concurrido cafй del zoopark con las orejas congeladas, precisamente a esa cita, era una de esas sutiles ironнas que la vida goza de jugarnos. Por eso el acto mecбnico, casi desesperado fue tomarlas, confirmar que ahн estaban y que no se vendrнan entre mis dedos, para experimentar el sordo malestar de sentirlas adormecidas... ese adormecimiento frнo siempre me sugiere a la muerte. Frotarlas en cambio y recobrar gradualmente el calor, es uno de esos placeres que, por groseros, son intensos. Le debo a Rusia el haberlo descubierto en su cabal dimensiуn.
II
El olor de cafй me devuelve invariablemente mi barrio. Los pequeсos cafйs con sus mбquinas y sus molinos se multiplican apenas dar la vuelta a la cuadra. Por las maсanas, su olor penetrante, vital me atravesaba los poros y completaba la obra del arduo despertar, antes de emprender la desolada, exasperante travesнa que los ъltimos cinco aсos en aquella monstruosidad me fue consumiendo las alegrнas y aъn la esperanza. Aquella travesнa se iniciaba al abordar el autobъs despuйs de la obligada escala en el changarro de Lupe, quien no tenнa el mejor cafй pero sн la mejor sonrisa, y terminaba hora y media despuйs, el sol ya brillando, habiendo recorrido media ciudad de norte a sur.
En aquel entonces frнo eran para mн 12 grados y gusto ritual envolverme con la taza entre las manos respirando sus vapores.
Es lo mismo que hago ahora, los codos bien apoyados, sentada a la minъscula mesa de йste, que no me resulta el mбs acogedor de los sitios їa quй se deberб su fama?
Ahora espero. El tiempo siempre cobra otra dimensiуn entonces. Especialmente si llegamos, como yo en esta ocasiуn, con un discurso pensado y repensado, por cobardнa postergado, que ahora reclama su oportunidad como si fuera derecho constitucional.
Pero media hora no es nada, si consideramos que lo que estб en juego es el restante tiempo de nuestra vida. La primer disyuntiva: apurar lo que resta de cafй, con tal que no se enfrнe, o resignarse a postergarlo, insнpido cuando toda tibieza lo haya abandonado y justificar de esa manera mi presencia en este lugar. 100 rublos en la bolsa era mi seguro hasta la llegada de mi invitado. Contaba con el prйstamo que obtendrнa despuйs de una convincente y honesta confesiуn.
El ejemplo de mesura y prudencia de mi madre no sirvieron de nada: quй duro golpe para el orgullo es encontrarse esperando en un cafй al ex marido a quien se abandonу cuando la fortuna sonreнa, para, al cabo de unos de aсos apenas, suplicar su ayuda. La ъnica posible a estas alturas de una serie de desatinos, decisiones tomadas con las vнsceras.
III
Al principio no llevaba tanta prisa. Salн simplemente y no tenнa mбs propуsito que estar lejos.
Fui dando algunos pasos, el abrigo improvisado que, para estas alturas del invierno es una imprudencia. Claro que te tenнa en la mente, no podнa ser de otra manera. Tu cabeza puntiaguda y despeinada, enderezada apenas del respaldo del sillуn fue lo ъltimo que vi al cerrar la puerta con sigilo, con el abrigo y las botas en la mano; sin duda que te habrбs enterado.
No era asн como lo tenнa planeado, pero no podнa esperar mбs. El vaso con la sobredosis de valocordнn para inducir un infarto. Y tuve el cuidado de repetir la operaciуn ante tus ojos: veinte gotitas exactas. Tomaste el vaso con la parsimonia de siempre, sospechando quizб, como siempre. O quizб no. Por eso salн. No iba esta vez a quedarme estupefacta viйndote luchar, viendo cуmo te aferras. ЎCуmo te aferras, por Dios!
Y suponiйndote en aquella lucha es que comencй a acelerar el paso. Un poco mбs cada vez entre las interminables calles con sus laberintos de edificios amarillos, con sus aceras heladas y los montones de nieve apilados aquн y allб, con la zancada mбs larga de que hubiera sido capaz y a pesar de todo esto, sin atender al rictus doloroso de mis pies congelados. Debнa de haber resbalado un sinnъmero de veces... no entiendo por quй no fue asн, ni siquiera cuando me detuve abruptamente para hacer la llamada.
Corrн entonces. Corrн loca, desesperada, ahogando un grito, el grito de mi propio horror. їSi lo consigues de nuevo, quй vas a hacer conmigo esta vez? Los muslos se tensan, pero aъn aguantan. No asн las pantorrillas. Nunca corrн, hoy me empuja la adrenalina y bien sй que maсana no podrй levantarme... si es que consigo dуnde dormir.
Ya cerca del zoopark ubico su concurrido cafй. Hacia allб me dirijo. Si has conseguido, como aquella otra vez presentir mi intenciуn, vendrбs aquн sin duda a buscarme, por eso nos conocemos tanto.
Y ahн estб la puerta con su vidrio templado y la mampara que anuncia. Un refugio para el transeъnte congelado. їCуmo habrб sido antes, en la Uniуn Soviйtica? ЎBah! La pregunta no viene al caso, mientras vuelvo a mi cuerpo. Un grueso aguijуn de hielo me atenaza los lуbulos. Salн sin mi gorro. No recordй el gorro deseando resolver esto, de alguna manera, de la manera que se me pudo ocurrir. Que sea lo que pueda ser, pero que sea por fin, algo distinto.
Versiуn estenogrбfica del debate nocturno entre un yo y otro yo
Yo 1. ЎEs el tiempo de imponerse un poco mбs de disciplina! A ver, adуnde vamos con tantas horas de sueсo y esos desуrdenes en la dieta. Insiste USTED en hacerse daсo... seсora... o seсorita. ЎNo sй! Lo que usted sea.
Yo 2. ЎNo empieces de nuevo con eso! ЎMaldita sea! Te he repetido mil veces que no hace falta que me maltrates. Se disculparнa de otros, pero Ўde ti...! TЪ que sabes cuбl es nuestro estado... їЎy vienes a burlarte de mн!?
Yo 1. ЎAh! ЎAh! ЎAh! De nuevo ese tonito de vнctima, cuando nadie mбs que TЪ decidiу nuestra suerte. Mira que yo estaba dispuesta a conformarme con el mecбnico, aunque me exasperaran sus modales de barrio y sus brusquedades a la hora de acariciar.
Yo 2. ЎPor Dios! ЎPero quй mentiras que te cuentas! ЎPor Dios! ЎPor Dios! ЎPor Dios! Si TЪ y no OTRA confesу en alguna borrachera que no toleraba la peste de su sudor. Entonces pensamos lo que iba a ser tener que soportarlo todo el mendigo tiempo. Y ahora sуlo quieres responsabilizarme Ўa MН!
AQUELLO (moderador). ЎBaastaaaaa! ЎLo mismo todas las noches! ЎUf, pero quй cansancio! їVan a dejar dormir de una maldita vez? Dнganme, їquiйn de ustedes va a estar despierta maсana, cuando la presiуn sea grande y quiйn me va a recordar todo lo que hay que hacer?
...SILENCIO
AQUELLO (moderador). ЎOk! Calladitas quedan mбs bonitas. Asн hasta me caen bien. Bueno, por enйsima vez: BUENAS NOCHES
Yo 1. Buenas noches
Yo 2. Buenas noches
AQUELLO (moderador). їPor quй? Dнganme, їpor quй nunca hemos podido ser amigas? їNo creen que todo hubiera sido mбs sencillo?
Yo 1. Sн, sн
Yo 2. Lo serб, ya verбs, estamos aprendiendo.
... SILENCIO
...
...
...
Yo 1. ...Pero maсana sн te pones a dieta
Yo 2. ЎQue te calles! їNo entiendes? ЎPerra castrosa!
Yo 1. ЎHaaay, t-tъuuu!
... SILENCIO
Yo 1. ...santurrona